
En otoño de 2017, publicamos un ambicioso proyecto, tamaño magazine y a color, con temática steampunk. Sobre este, editado por Abraham Martínez, dice:
“A principios del 2016, convoqué a un grupo de autores mexicanos a colaborar en la antología steampunk del porfiriato “Dictadura de Vapor”, sin estar completamente seguro de si daríamos con nuestro público. Afortunadamente la respuesta fue afirmativa, de manera que con la llegada de este año, decidí intentar un segundo viaje hacia aquella ucronía; esta vez la propuesta fue más ambiciosa: en vez de cinco historias habría ocho, y la edición sería a color. De igual modo, el rango de tiempo abarcaría desde la Intervención Francesa hasta los primeros años de la Revolución, y las temáticas podrían incluir cualquier tipo de crossover entre géneros literarios.
Una de las primeras propuestas, vino de Gabriel Benítez, quien ya tenía una idea muy clara de lo que pasaría si un cilindro marciano de “La guerra de los mundos” hubiera caído en México, lo que sumado a la presencia de mechas en el arsenal Huertista. Por su parte, Gerardo Martínez ya había terminado una primera versión de su guión, mucho antes de que hiciera la convocatoria, donde hablaba de la rebelión descrita en “Tomóchic”, novela de Heriberto Frías de 1893. De alguna manera, fueron las minas del norte del país las que inspiraron tanto a Ernesto III Yip como a Alberto Calvo, y es en ellas en las que basaron sus historias, siendo muy diferentes una de la otra: por un lado tendríamos monstruos de otra dimensión invocados por Tesla, del otro veríamos la lucha entre la magia y la tecnología. Recuerden: se trataba de hacer crossover. Mientras tanto, del lado del Golfo y del Caribe, Chablé le entregó a Miguel el diseño de unos aventureros y un extraño autómata, que se enfrentarían en Campeche. Por su parte, Estudio 656 nos llevó por un western fronterizo de prótesis y cyborgs, que no le debe poco a la única cinta steampunk mexicana: “Bloody Marlene” de 1979. Finalmente, Juan Fleites y yo optamos por darle continuidad a los personajes que habíamos creado para “Dictadura de Vapor”: él continuó la saga de “Cañada de los muertos” y yo rendí homenaje al Neocentauro de José Martínez Sotomayor, publicada en 1935.
¿Qué puedo decir del arte? Ninguno de los ilustradores y coloristas presentes en este tomo, está debutando. Todos tienen una trayectoria amplia y reconocida en México y el extranjero, y la razón de ello queda a la vista.
Proyectos como este no son fáciles de editar: demandó seis meses de trabajo, no estuvo exento de contratiempos y el presupuesto de esta edición fue mayor al de cualquier otro proyecto que haya realizado en los últimos siete años. Pero aquí estamos, a cuatro tintas y papel, esperando que el resultado, te haya dejado tan satisfecho como a nosotros.
“Uno solo puede cuestionarse. ¿Volverá?” Así lo dijo H.G. Wells en el epílogo de “La máquina del tiempo”, y me parece apropiado hacerte esta pregunta a ti, amable lector, que hiciste con nosotros este viaje de decenas de páginas; a modo de cierre para “Monstruos de Vapor”.
¿Volverías a viajar con nosotros?
Sinceramente, espero que si.”